Pearl Harbor, Hawái, EU.- Un día 7 de diciembre como hoy, pero de 1941, hace 77 años, se produjo el ataque sorpresa de la Armada Imperial de Japón al puerto militar estadounidense de Pearl Harbor, situado en la isla de Oahu, en el archipiélago de Hawái.
Una acción bélica premeditada que años después sería juzgada como un crimen de guerra, y que supuso el acicate para la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Aquella acometida quedaría escrita en las páginas de los libros como un momento decisivo en el devenir de la Segunda Guerra Mundial. Entre cazas de combate, bombarderos y torpederos, 353 fueron las aeronaves japonesas que desde 6 portaviones se lanzaron en una ofensiva militar sin previa declaración de guerra. Su pretensión: anular la fuerza naval estadounidense en el Océano Pacífico.
El ataque se saldó con la muerte de 2 mil 403 estadounidenses. De los ocho acorazados atracados en el puerto, seis pudieron volver a entrar en servicio. Tres cruceros de combate, tres destructores, un buque escuela y un minador fueron hundidos. Los americanos perdieron 188 aeronaves por las 29 abatidas a los japoneses, que también contaron con la pérdida de 5 minisubmarinos y 65 bajas humanas.
Sin embargo, el ataque no fue tan efectivo como el ejercito de Japón hubiera querido.
La suerte quiso que parte del grueso de la fuerza naval estadounidense no se encontrara en el puerto en aquellos momentos.
También cometieron los japoneses el error de dejar intactos varios enclaves estratégicos en la base de Pearl Harbor. Se salvaron del fuego nipón la central eléctrica, el astillero, los depósitos de combustible y torpedos, los muelles de submarinos y los edificios del cuartel general y la sección de inteligencia estadounidense.
El ataque fue un duro golpe para los Estados Unidos, que hasta el momento se habían mostrado reacios a intervenir en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.
Al día siguiente los americanos declararían la guerra a Japón, entrando de lleno en el conflicto.
Tan solo 3 días después, el 11 de diciembre, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, responderían a los Estados Unidos con una nueva declaración de guerra en respuesta a las acciones emprendidas por los americanos contra el Imperio de Japón.
Aquel día despertaba un gigante dormido que resultó decisivo en el desenlace de la mayor guerra de la historia de la humanidad. Probablemente, sin la entrada de Estados Unidos en la contienda, el mundo que hoy conocemos sería muy diferente.