Thursday, 15 October 2020 00:00

Canibalismo en Morena

Written by  Luis Carlos Ugalde
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Luis Carlos Ugalde, ex presidente del IFE. Luis Carlos Ugalde, ex presidente del IFE.
En lugar de aprovechar el empate técnico para presumir una competencia reñida, facciones de Morena han detonado una guerra interna una vez que el Instituto Nacional Electoral (INE) anunció que Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado estaban empatados en la encuesta levantada para definir al presidente del partido.

Muñoz Ledo acusó a Delgado de gastar mil 500 millones de pesos de manera ilegal para promocionar su imagen; Delgado respondió que su adversario buscaba dar un golpe de Estado al partido y convertirlo en una fuerza de oposición a López Obrador.

Algunos liderazgos de Morena se unieron a Porfirio Muñoz Ledo para pedir la declinación de Mario Delgado; por su parte, 37 senadores, 162 diputados federales y 68 locales recriminaron a Muñoz Ledo declararse ganador y exigir la dimisión de Delgado.

Al margen del resultado de la nueva encuesta que levantará en INE, el ejercicio ya fracasó políticamente. No se resolverá el conflicto interno que se prolongará y acaso exacerbará. Ninguno de los dos finalistas levantará la mano a su adversario y, si el perdedor es Muñoz Ledo, acusará complot y fraude. Una larguísima vida política con récords dignos de presumir, verá su última escena en una patológica cantaleta de acusaciones y demencias que exhiben su egocentrismo y megalomanía sin control.

Veo tres razones del canibalismo moreno. Primero, que no logra ser partido. Fue construido por AMLO para su acceso a la presidencia de la República, pero luego lo dejó a su suerte. No sólo eso: amenaza con abandonarlo cuando ve los conflictos entre sus facciones.

En lugar de inducir el diálogo, les presta oídos sordos a sus dirigentes. Con Alfonso Ramírez Cuellar, presidente interino, ni siquiera hay diálogo. No se conoce de reunión alguna que hayan sostenido desde que encabeza Morena.

Tampoco se conoce que el presidente se reúna con los liderazgos del partido cuando visita las entidades del país. Y en todos lados hay pleitos entre grupos: comúnmente el superdelegado está enfrentado con el líder estatal del partido (cuando lo hay) o con el coordinador de los legisladores de Morena. Pero AMLO no los ve ni los oye. El presidente habla más con los empresarios que con su propio partido. Allá ellos, parece razonar.

La segunda razón del canibalismo es el método de elección. La intromisión del Tribunal Electoral en la vida interna del partido es arbitraria e indeseable. Una encuesta para elegir dirigente es un método de probeta, no apto para un partido que debería vibrar con la participación de su militancia. Claro que ocurrió después de casi dos años en los que el partido fue incapaz de elegir a su dirigente.

Elegir dirigente mediante el criterio de popularidad o reconocimiento es un despropósito. La función de un jefe de partido es negociar, conciliar y postular candidatos populares que ganen elecciones. Y esos atributos sólo los conocen los militantes y los cuadros de los partidos, no los meros simpatizantes.

Y la tercera razón del canibalismo es estructural. Morena es irreconciliable consigo mismo porque abrió sus puertas a todos quienes pudieran ayudar con un fin concreto: el triunfo de López Obrador en 2018. Pero al igual que en las guerras, una vez que se alcanza el objetivo, los antiguos aliados se pelean entre sí.

Por eso se generan etiquetas que estigmatizan a los bandos. Por una parte, los llamados 'puristas' que presuntamente representan la esencia popular e ideológica del 'obradorismo'. Del otro lado, los pragmáticos, advenedizos o expriistas, algunos de ellos políticos eficaces que se subieron a la carroza de AMLO para sobrevivir y proseguir sus carreras políticas.

Muñoz Ledo, que representaría al primer grupo, ha sido presidente del PRI, del PRD y ahora busca serlo de Morena. Muchos dicen que cumplirá el récord de ser presidente del mismo partido en sus tres facetas de su historia reciente. Del otro lado, un egresado del ITAM, 'templo del neoliberalismo', será probablemente el nuevo presidente del partido. Coexistirá con Citlalli Hernández, senadora con licencia y periodista por la UNAM, aliada de los sectores puristas y más radicales del partido.

Morena ha perdido tiempo y dilapidado su imagen pública. Y el conflicto interno seguirá por los próximos meses. A pesar de eso, prevalece como el partido que más votos puede cosechar en 2021, acaso por la potencia de la figura de López Obrador, acaso porque no hay una fuerza atractiva en la oposición que le haga sombra.

 

 

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